jueves, 4 de agosto de 2016

Correr por la playa descalzo [Parte 1 de 2] o el sufrimiento del Ninja



Estoy de vacaciones en la playa, sí he tenido suerte y me he ido a la playa. Es un sufrimiento, todos los días hay que hacer alguna actividad con las hijas, incluso con esa, que no recuerdo su nombre, que no me aprecia mucho, la de la última o penúltima entrada. Por lo que no me queda otra que despertarme temprano para intentar hacer algo de ejercicio.
Me pongo el despertador en modo vibración, para no despertar al resto de la familia y poder disponer de un poco de tiempo para ir a correr e intentar cumplir mi plan gordeque, que está un poco estancado. Tras cinco o diez minutos de vibración, de l móvil, ya que no pongo música para no despertar a nadie, me suelo poder despertar, creo que me lo tengo que poner en algún sitio para notar la vibración y despertarme antes, pero puede que resulte un poco grosero decirlo, incluso para este blog.
Me levanto intentando hacer el menor ruido posible, me desplazo a oscuras por la casa como un Ninja, con movimientos precisos, ya que me preparé las cosas la noche anterior, en dos minutos estoy listo para realizar mis estiramientos y mis abdominales, para amortiguar el dolor de mi hernia. Todo sale fenomenal. Una vez he estirado me calzo y vuelvo a atravesar la zona peligrosa, donde todas duermen placenteramente, cojo las llaves que están en la entrada, preparadas y me dispongo a cerrar la puerta, pero algo me parece raro, algo que no encaja en la escena, ese brummmm, brummmm, que oigo continuamente… ¡ups!, seguía durmiendo y no había apagado el despertador. 
Más o menos tengo esta pinta de ninja

Bien ahora sí que me puedo ir a correr, estoy despierto, me incorporo y se cae el móvil al suelo rompiendo el silencio celestial que se suma al correspondiente insulto que lanzo al universo, cuando se hace mucho ruido y se suelta un taco, casí parece que se hace menos ruido, a pesar del taco lanzado que amortigua ondas sónica noto una alteración en el sueño de mis hijas y esposa. Me dirijo a la cocina, a oscuras, a tomar algo antes de salir a correr, con sigilo de Ninja, hasta que,  -¡Ahhh!- intento silenciar mi grito de dolor, ya que se clava en mi pié, de Ninja, un juguete puntiagudo de una de mis hijas, aunque contengo el grito, pero no el insulto al aire, ya que si sueltas un taco los dolores son menores, eso está escrito en algún lado. Tras un zumito me voy a vestir y al coger la ropa se caen una docena de piedras que ayer mi hija, tomó a bien, dejar encima de mi ropa para correr, tras el ruido empiezan las primera quejas y gruñidos. Me quedo petrificado como si no hubiera pasado nada, mientras espero que pase la agitación y que no noten que alguien esté despierto y les de alas a alas pequeñas a despertarse. Observo la ropa, a tientas, ya que está todo a oscuras y faltan los calcetines, ¡mierda, esto no pinta bien! Tengo que volver a la zona de peligro, vuelvo a pisar el mismo juguete, ¡tenía que haberlo recogido la primera vez! Esta vez si lo hago, pero es peor, ya que al abrir el armario de los juguetes se caen la mitad, con su estruendo correspondiente, la muñeca que pide pis lo empieza a pedir y el coche de bomberos, ese que nunca usan mis hijas, decide ir a apagar un fuego inexistente con sirena y luces, como en una discoteca de esas de los noventa. Esto hace que la pequeña eche a llorar pidiendo su chupete, se lo acerco lo más rápido posible y tras apagar los muñecos vuelvo a quedarme parado como una estatua, hasta que pase la tormenta, oigo en mi cabeza una voz que me dice que salga lo antes posible de allí, recojo los muñecos con el máximo sigilo. Recopilo toda la ropa, hago mis estiramientos que me cuestan un horror, nada parecido a mi sueño. ¡Ya! Me dispongo a salir, ¡Maldición, las llaves no están donde tenían que estar! hago memoria y [Esto de hacer memoria en mí, me lleva mucho tiempo]  … ¡nooo!, tengo las llaves en mis vaqueros, vuelvo a pasar por la zona de peligro, donde pego una patada a uno de los juguetes que se habían caído antes y que por falta de luz no lo vi, esta vez salta la alarma del coche de policía, que tampoco usa nunca mis hijas y desde el armario por alguna razón la muñeca que pide pis, vuelve a pedir pis, los apago, quizá haciendo más ruido y profiriendo una sarta de insultos a los constructores de juguetes. Me dirijo rápidamente a coger la llave, la cojo y oigo a las niñas llamar a su madre, ¡¡¡mamaaaaá!!! Y a su madre llamarme por mi nombre, nada de cari ni nada. Eso significa que habrá que  intentar ir a correr otro día.

4 comentarios:

  1. ¡Vaya! Lamento que no pudieras salir a correr.
    Pero aventura sí que tuviste... y es que con niñ@s cada día es una aventura.

    Paro aquí y dejo un comentario cortito, que Google/Blogger siempre me la juega y después de haber escrito un rato, me manda el comentario al limbo...

    Un saludo, amigo...

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    1. las segundas partes, en este caso, fueron buenas, al menos para poder hacer vida.

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  2. Ninja dices...ya...me cuenta tu mujer que no te decía nada porque luego volvías con churros, que si no te hubiese escondido las zapatillas de correr. Que tú y las llaves tenéis un problema y siempre se te caen de las manos. Ninja...

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    1. los ninjas tienes sus bombas de humo para desaparecer, en mi caso son porras y churros. Así creo la confusión suficiente para desaparecer.

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